viernes, 15 de junio de 2012

Asesinato y violación en GEBA


El 20 de octubre del 2001, comenzó como un día mas en la vida de María Fabiana Gandiaga, cerca del mediodía, la docente, de 37 años, llevó en su Renault 9 gris a su único hijo Julián, una amiga personal llamada Adriana, sus dos hijos y otro nene, hasta la sede central de GEBA, en la calle Presidente Perón 1169 de la Capital Federal debido a que los chicos debían asistir a una competencia de taekwondo en el gimnasio del Club. Todo hasta aquí parecía normal, pero lo que nadie imaginaba que podía pasar, pasó.

Fabiana llevaba una vida tranquila en familia, estaba casada con Andrés Cabana, quien trabajaba en una empresa de medicina prepaga y vivían en un departamento del barrio porteño de Floresta. Aquel fatídico día, por cuestiones laborales, Andrés no asistiría al torneo, pero sin embargo, se mantuvo en contacto por medio del teléfono celular en todo momento con su esposa, tal es así, que entre las 12:00 y las 15:30, hablaron varias veces para ver como iba todo y combinar el encuentro luego del torneo.

En uno de esos llamados Andrés comentó que la había llamado para ver como iba todo, ella le comento que su hijo había salió tercero en las competencias de forma y también dijo que hacía mucho calor en el gimnasio y por eso no se estaba sintiendo bien. "Yo no pude ir porque tenía que trabajar, pero tenía pensado llegar a eso de las cinco de la tarde, que era la hora en que iban a empezar los combates"

Pasadas las 15:30, el telefono de Fabiana ya no sonó, esta situación preocupó a Andrés quien supuso que podría haber algún problema de señal en el gimnasio del club. A pesar de eso, le dejo varios mensajes, pero de todas maneras no obtuvo respuesta. "Le dejé dos mensajes pidiéndole que me llame. A las cinco sonó mi celular y creí que era ella. Pero era el instructor del nene diciéndome que Julián estaba por competir y que mi esposa se había ido a comprar una gaseosa hacía una hora y no había vuelto" comentó Andrés.

Ante la preocupación por el llamado del instructor, Andrés, tomó un taxi en Belgrano y Perú, donde se encontraba trabajando y fue hacia el club lo más rápido que pudo. De inmediato comenzó a buscarla por el interior de GEBA y por las calles adyacentes, sin ningún resultado. Fue entonces que se dirigió a la comisaría 3° para radicar la denuncia de la desaparición de Fabiana. Como todavía no habían pasado 24 horas de la desaparición la denuncia no fue aceptada por el personal de dicha seccional.

Adriana, la amiga de Fabiana que habia viajado con ella hasta GEBA, comentó que a eso de las 16:30 le dijo "me voy a comprar una gaseosa, no me siento bien, creo que me bajó la presión, si empieza el nene, filmalo que yo ya vuelvo" Fabiana y Julian, no eran socios de GEBA, tampoco lo era Adriana, ni sus hijos. Los chicos practicaban taekwondo en el Club Social y Deportivo de Floresta, pero su profesor los había convocado para el torneo a realizarse en el club de la calle Perón. A las 17:15, le toco el turno a Julian, y fue filmado por Adriana, Andrés, el esposo de Fabiana, estaba al tanto de la desaparición y se dirigía al club. A esta altura de los acontecimientos nadie imaginaba lo que realmente estaba pasando, pero el miedo rondaba por las inmediaciones del gimnasio.

Los medios de inmediato hicieron eco de la noticia y se acercaron a GEBA, el soporte de la prensa, mantuvo en vilo a toda la sociedad en ese momento. Andrés, desorientado, repetia en los medios "Le pudo haber pasado cualquier cosa, pero seguro desapareció por la fuerza o tuvo algún trastorno" Pasaban las horas, y no había noticias de Fabiana, la denuncia por la averiguacion de paradero finalmente recayó en el Juzgado de Instrucción N ° 37.
También se recurrió a la Red Solidaria. Andrés, descartaba una desaparición voluntaria "Hace once años que estamos juntos. Nos llevamos muy bien, tenemos nuestras peleas como cualquier pareja, nada más. Pero Fabiana no abandonaría a Julián, ella lo adora"
Ya para esas horas y con la consternación a flor de piel Buenos Aires era empapelada con la imagen de Fabiana, a la vez de que la familia recurrió a solicitadas pagas en los diarios de mayor tirada del país.

Cuarenta y ocho horas después de la desaparición y cuando ya la esperanza empezaba a flaquear un llamado desde el teléfono celular de Fabiana abrió una nueva posibilidad de encontrarla. La llamada fue a una de sus alumnas particulares, la cual estaba en el directorio del celular. En ese llamado, un voz masculina, le pregunto si conocía a una mujer de nombre Fabiana Gandiaga y le dio a entender que la tenían secuestrada y que debían pagar 10.000 u$s, para recuperarla. Le dio una serie de instrucciones que no se llegaron a concretar ya que para ese entonces, la división Delitos complejos de la PFA, tomaba cartas en el asunto.

El viernes 26 de Octubre, casi una semana después de la desaparición, un empleado del sector limpieza de GEBA, recibe un llamado telefónico que venia dirigido desde el mismo celular de Fabiana.
Inmediatamente es detenido Fernando Antúnez, empleado de la empresa Limalux, encargada de la limpieza del club. Antunez, no ofreció resistencia, pero se evidenciaban demasiadas marcas en su rostro y resto del cuerpo, que según sus dichos, eran producto del trabajo. Con semejantes pruebas, como el celular y las evidencias físicas de Antunez, se supuso que podría haber mas personas involucradas, y que el club, necesitaba una exploración mas profunda. Se hizo presente la división perros de la PFA, que cubrieron el edificio en su totalidad. Uno de los perros, los llevo directamente a los sótanos, donde se encontraban una serie de baños abandonados y en reparación. Cuando se procede a la inspección ocular del lugar, los investigadores encuentran manchas de sangre, en los pisos, las paredes y en toallas que estaban dentro de un cesto de basura. También encuentran dentro de un inodoro en deshuso, un par de sandalias que pertenecerían a Fabiana.

Indudablemente estaban ante el lugar del hecho, ante la escena del crimen, aunque aun no había certezas de que allí hubiera pasado sus últimas horas Fabiana. Era un lugar demasiado sombrío, abandonado, y con pistas de un ilícito. Todos estos datos hacían suponer que se estaba cerca de un hallazgo. Detrás de una puerta clausurada, unas escaleras, conducían a un subsuelo mas allá del sótano, allí en el hueco de un viejo ascensor en desuso la macabra escena, el descenlace que nadie esperaba, el cuerpo de Fabiana, cubierto con bolsas de residuos, sin ropas de la cintura para abajo y con claros signos de haber sido violada y golpeada. Por las muestras recogidas en el lugar, se pudo confirmar que Fabiana llego a ese lugar aun con vida y que su muerte databa aproximadamente de unos 5 o 6 días anteriores al hallazgo, osea el mismo día de la desaparición.

La investigación , llevo a comprobar quienes se encontraban en ese sector el día de la desaparición de Fabiana, dando por resultado, dos individuos más, a los que se los detuvo al día siguiente en el gran Buenos Aires.
Carlos Vallejo y Miguel Angel López fueron detenidos, Lopez, era encargado de la sección y según consta en la causa, a la hora del ataque, se encontraba en su oficina. Fernando Antúnez (21) y Carlos Vallejo (21) fueron condenados en el juicio a 21 años de prisión, por el delito de violación seguida de muerte de María Fabiana Gandiaga, mientras que Miguel Angel Lopez (25), fue absuelto.

Andrés Cabana, esposo de Fabiana, al poco tiempo de terminado el juicio, se radico fuera del país, aunque aun su domicilio legal sigue siendo en el barrio de Floresta.

Ese no es mi cuerpo

La última vez que se supo de ella fue el 29 de mayo de 1962. Había salido de su clase particular de inglés para volver a su casa, en Flores...